En estas
coordenadas surgió la idea inicial de ofrecer a los alumnos y alumnas de altas
capacidades la posibilidad de aprender a tocar el violín durante la jornada
escolar. La propuesta es totalmente voluntaria para los alumnos, debe contar
con el visto bueno de las tutoras, y el compromiso de la familia en mantener la
continuidad en el trabajo, la fidelidad en la asistencia y el cuidado del
instrumento.
Poco a
poco fueron apareciendo por el centro pequeños violines donados por
particulares, así como familias vivamente interesadas en que sus hijos/as
aprendieran a tocar el instrumento. Se decidió abrir la oferta a los alumnos
que demostraban interés, y empezó un goteo continuo de peticiones a las que se
daba respuesta como se podía: faltan instrumentos y tiempo de atención a los
alumnos.
Nuestra pequeña iniciativa tenía en torno a cuarenta participantes de todas las edades. Empezamos trabajando con voluntarios, después nos acogimos a distintos proyectos para financiar la actividad; proeducar, Impulsa 1 innovación, Impulsa2...
La respuesta del
alumnado y las familias ha sido sorprendentemente buena. Al interés que ponen
unos en mejorar sus destrezas musicales, se une la fidelidad de las familias a
su compromiso, que ha incidido directamednte en el descenso del absentismo del
alumnado que participa en el programa. Las familias expresan que han mejorado
las expectativas sobre lo que son capaces de hacer y conseguir. Sienten que el
colegio amplía sus horizontes.
Sin recursos, el
aprendizaje del violín puede convertirse, a pesar de sus probados beneficios
para el desarrollo cognitivo y emocial, en una actividad elitista. Esta es la razón por lo que cada curso nos esforzamos en seguir consiguiendo fuentes de financiación.
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